Una escapada impresionista a Giverny comienza por un viaje al mundo de Monet, pintor y jardinero. Monet se instaló en Giverny en 1893 cautivado por la casa y el jardín. El jardín está dividido en dos partes, el Clos Normand con sus flores y el jardín de agua, con el puente japonés, los sauces llorones, los nenúfares y su vegetación oriental. El jardín de agua representa la fascinación del pintor por los juegos de luz y los reflejos de las nubes sobre el agua.
En 1897 Monet comienza a pintar los nenúfares del estanque, consiguiendo crear a partir de los colores un mundo de sensaciones y de emociones. Actualmente, esta obra está expuesta en el Museo de L’Orangerie de París.
Pero la escapada a Giverny no se termina con la visita a la casa de Monet. Aprovecha para dar un paseo por este pequeño pueblo, impoluto y lleno de flores; acércate al Museo de los Impresionistas. A la hora de comer podrás optar por continuar tu viaje al mundo impresionista o dar un giro gourmet a tu ruta y deleitarte con las especialidades del restaurante «étoilé» del pueblo.